En primer lugar, debéis saber que Oporto es una ciudad para caminarla. Es verdad que cuenta con metro, tranvía, autobuses y todos los medios de locomoción que se os ocurran, sin embargo, esta distribuida del tal forma que sino os hospedáis a las afueras, podréis llegar a todos lados en poco tiempo, ya que las distancias no son largas. ¡Tened en cuenta que es una ciudad en cuesta, por lo que preparaos para hacer piernas!.
Nosotros aterrizamos en el aeropuerto, y os aconsejamos que si quieres ir al centro de la ciudad cojáis el metro. Podéis ir por distintos medios, pero el aeropuerto conecta directamente con la red de metro (únicamente hay que bajar a la planta inferior), y comprar el billete de ida y vuelta cuesta tan solo 4,5€. El trayecto es muy cómodo y se tardan 20 minutos aproximadamente en llegar al centro.
Una vez instalados, solo queda caminar. Si queréis desplazaros a algún lugar más apartado os recomendamos sacar billetes simples de metro ya que no aprovecharéis las tarjetas con múltiples viajes. Merece la pena pasear por la ribeira y sus bonitas calles.
El tranvía es una bonita experiencia para vivirla, aunque la red es un poco corta y no llega a muchos de los sitios turísticos. El tranvía nº1 es el más famoso y va por la ribeira del río hasta Foz do Douro.
Con el Funicular dos Guindais podréis conectar en tan solo 2 minutos la ribeira del Duero y la zona de Batalha (la parte alta del centro de Oporto). El precio es de 2,5€ por persona.
También tenéis la posibilidad de montar en el teleférico de Gaia, acceder directamente a la parte alta de la ciudad (puente de Don Luis I) o bajar a Vila Nova De Gaia. El precio es un poco excesivo para unos pocos minutos, aunque debe tener unas bonitas vistas. El trayecto simple son 6€, e ida y vuelta 9€.